domingo, 20 de junio de 2010

Saramago y Monsiváis

A veces el dolor es grande y sólo el silencio alcanza para decirlo. Pero ni a Saramago ni a Monsiváis les hubiera gustado que su despedida fuera callada; si algo nos mostraron y demostraron fue que el silencio sólo es de los cobardes.

Dos pérdidas de semejante magnitud no parecen justas. Ahora tendremos que aprender a vivir sin sus palabras nuevas, aunque nos queda el consuelo de su obra, de su visión y de su inteligencia.

De Saramago nos queda esa obsesión de llevar cualquier anécdota al límite, de pensar en absolutamente todas las consecuencias de nuestros actos, de cómo incide en la realidad la decisión, por mínima que sea, de cualquier persona. Por supuesto, todo contado de la manera más inteligente posible. Nos queda su solidaridad con las causas justas, la necesidad de estar en el lado correcto de cualquier guerra. Su enseñanza es invaluable. Siempre predicó con el ejemplo y con una sencillez y humildad que sólo pueden tener los realmente grandes.

De Monsiváis nos queda su humor inteligentemente ácido, su visión aguda para desentrañar realidades, su inefable ubicuidad: se le podía ver lo mismo opinando sobre la actualidad política y ese mismo día en un concierto popular de cualquier grupo. Igual era una autoridad respetada en opiniones altamente culturales que apareciendo en videos musicales de cantantes de moda. Su memoria era prodigiosa (en verdad) y en cualquier debate podía referir fechas, lugares, personas que dejaban perplejo a su inocente oponente (ante él, cualquiera lo era). Siempre salía airoso de cualquier polémica, independientemente del tema, pues no tenía temas vedados u ocultos, a todo "le entraba" con conocimientos asombrosos.

Estaremos, inevitablemente, en una doble orfandad intelectual.

viernes, 18 de junio de 2010

DÍA DEL IDIOMA ESPAÑOL

Me encontré una noticia que se contrapone con otra que ya conocía; la refiero y después explico: "El sábado 19 de junio en todos los Institutos Cervantes que existen diseminados por el mundo se va a celebrar el <<Día E>>, es decir el Día del Español, nacido en 2009 como una celebración internacional que se desarrolla el sábado más cercano al solsticio de verano o de invierno en los 73 centros que el Cervantes posee. Esta ocasión es la segunda edición de este particular homenaje que se realiza a nuestro idioma". Lo que se contrapone con esta noticia es que se suponía que la fecha establecida para festejar nuestra hermosa lengua era el 23 de abril, día en el que murió Cervantes; además murieron otros grandes escritores, aunque no todos de lengua española: Shakespeare, Valdimir Nabokov, el Inca Garcilaso de la Vega. También en este día se celebra en muchos lugares el Día Internacional del Libro.
Hay suficiente material para reflexionar en muchos sentidos: ¿por qué, si ya existía un día para celebrar nuestro idioma, un Instituto (Cervantes, además) trata de imponer otra fecha que no tiene ninguna explicación más allá del "sábado más cercano al solsticio de verano"?, ¿se puede festejar "algo" y no alguien?, ¿cómo festejar al idioma?, ¿se puede festejar algo por el simple hecho de existir, por ejemplo el "Día de la Piedra"? En fin.
Sin embargo, y como enamorados del idioma, mejor hagámonos locos y celebremos cuantas veces se pueda al español, que, sin duda, es el idioma más bonito, eufónico, completo, sencillo, amable, compartido, es el idioma del amor (aunque se diga que es otro), es el idioma del arte (aunque lo duden muchos), es el idioma de la ciencia (aunque los sajones lo nieguen), es el mejor idioma para decir lo que sea a quien sea cuando sea por lo que sea en donde sea.
Así que festejemos este sábado 19 y el 23 de abril y el 8 de noviembre y el 28 de octubre y el 17 de enero y siempre que hablemos o escribamos rindamos el mejor homenaje a nuestra lengua: usándolo de la mejor manera posible.